Desde la perspectiva histórica; este escrito busca un nexo entre la religiosidad de la nación colombiana, con la manipulación del elector hacia determinados objetivos políticos. Por tanto, se indagan algunos escenarios de las prácticas religiosas que se despliegan en el territorio nacional entre el siglo XIX y XX, haciendo énfasis en la influencia de la iglesia católica en la vida de la nación como determinante de sus decisiones políticas. De igual forma se plantea la idea de la religión como imposición que perturba un desarrollo de una conciencia de libre elección; que potencializa el miedo y desamparo, de un pueblo, con ofertas que incluyen desde luego la imposición disfrazada, de un líder o caudillo.
Religiosité et manipulation politique en Colombie.
Résumé
Du point de vue historique ; cet écrit cherche à établir un lien entre la religiosité de la nation colombienne avec la manipulation de l'électeur vers certains objectifs politiques. Par conséquent, certains scénarios de pratiques religieuses déployées sur le territoire national entre le 19ème et le 20ème siècle sont explorés, soulignant l'influence de l'Église Catholique dans la vie de la nation en tant que déterminant de ses décisions politiques. De même, l'idée de la religion se pose comme une imposition qui perturbe le développement d'une conscience de libre élection qui renforce la peur et l’impuissance d’un peuple, avec des offres qui incluent, bien sûr, l’imposition déguisée d’un leader caudillo.
Mots-clés
Religiosité, manipulation, pouvoir, peurs, caudillos (Chef de Guerre).
Religiosity and political manipulation in Colombia
Summary
From the historical perspective, this paper seeks a nexus between the religiosity of the Colombian nation, with the manipulation of the elector towards certain political objectives. Therefore, some scenarios are investigated of the religious practices that are deployed in the national territory between the nineteenth and twentieth century, emphasizing the influence of the Catholic Church in the life of the nation as a determinant of its political decisions. In the same way, the idea of religion is raised as an imposition that disturbs the development of a conscience of free choice; that potentializes fear and helplessness of a people, with offers that include, of course, the disguised imposition of a leader.
Un síntoma social grave que en los últimos tiempos ha tenido la nación colombina, es no aceptar los acuerdos de paz de la Habana, en octubre del 2016. Frente a este fenómeno, gran parte de la población colombiana reaccionó con incredulidad y a nivel mundial se evidenció el desconcierto en muchos diarios, como se expone en la siguiente nota:
[…] Con un 50,2% de los votos válidos a favor del NO, los colombianos rechazaron el 2 de octubre de 2016 por plebiscito los Acuerdos de Paz que el Gobierno había negociado con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). El resultado fue sorpresivo para los muchos observadores nacionales e internacionales que consideraban el voto «por la paz» como la opción obvia. Con la excepción del partido Centro Democrático del expresidente Álvaro Uribe, todos los partidos y la gran mayoría de las personalidades políticas del país habían tomado posición a favor del Acuerdo. Gozaba también de un apoyo amplio entre los «líderes de opinión» de los medios de comunicación, la academia y el mundo cultural[1].
No obstante, los análisis jurídicos, políticos, y de aspectos formales y de fondo del proceso de paz que adelantó Juan Manuel Santos con las FARC, -con futuro incierto aún- con los resultados señalados para su aprobación por la nación, quedaron interrogantes complejos de dilucidar, entre otros: ¿Qué factores culturales, sociales llevan a una población a elegir continuar con la guerra? ¿de qué forma se manipula la información a través de las nuevas tecnologías para incidir en una elección en el mundo actual? ¿Por qué una nación es movilizada hacia determinados objetivos políticos? para hallar respuestas a los interrogantes planteados y responder a la temática de la convocatoria; en esté escrito se indagan algunos escenarios de la historia de las prácticas políticas que se despliegan en el territorio nacional entre el siglo XIX y XX, haciendo énfasis en la acción de la iglesia católica en la vida de la nación. Es un intento de explicar la conexión religiosa con la política nacional en nuestro país durante este lapso; Además, sus efectos en la tradición política en la actualidad, como es la manipulación del elector. Se plantea un mero esbozo de ideas, que podrían servir de objeto de análisis más profundo, desde múltiples disciplinas.Para comenzar damos un vistazo a la periodización que se ha hecho de la violencia política en Colombia, relacionado con el tema a tratar. Por tanto, tenemos cuatro grandes etapas: 1) La Violencia Bipartidista, que incluye la Primera y la Segunda Violencia. La Primera Violencia comprende las oleadas de hechos violentos generados por la República Liberal, como resultado, en parte, de las retaliaciones por problemas incubados en la paz conservadora y, en parte, del régimen liberal, en las altas o medias esferas de gobierno; 2) la Segunda Violencia, o Violencia propiamente dicha, de 1946 a 1958, que incluye la agudización del conflicto bipartidista a raíz del cambio de hegemonía y del asesinato de Gaitán. 3) la Tercera Violencia o Violencia Guerrillera, desde el Frente Nacional hasta el presente, etapa que comprende temas como el bandolerismo, fenómeno que refleja la decadencia del conflicto liberal-conservador; el surgimiento, la consolidación y, en algunos casos, la desaparición de las guerrillas comunistas, y, finalmente, 4) la Cuarta Violencia o Violencia Paramilitar, entrecruzada con la continuidad y transformación de algunas guerrillas enfrentadas con las autodefensas, y la incidencia del narcotráfico en la simultánea agudización de la violencia sociopolítica[2].
Desde la óptica de los historiadores, estas etapas tienen características, y elementos complejos, pero no se excluyen cada una de la anterior. Pueden aparecer nuevos actores y factores que hacen su dinámica diferente y más compleja; sin embargo, hay similitudes: el conflicto prolongado ha llevado la violencia política a las ciudades, en todas, prevalece la idea de exclusión política, sociopolítica y la eliminación del contrincante,
[…] Estos enfrentamientos, primero bipartidistas, después entre la izquierda y el statu quo, han generado la formación de autodefensas, guerrillas y grupos paramilitares, así como de sectores politizados de la fuerza pública. Por ejemplo, durante la Violencia de los años treinta se conformaron las primeras autodefensas, las conservadoras; luego, en la del ciclo correspondiente a los cuarenta y cincuenta, los liberales en la resistencia formaron las sus propias autodefensas y guerrillas, mientras que por el lado de los progobiernistas, aparecieron los «pájaros», es decir, grupos de civiles alentados por políticos conservadores para amedrentar y asesinar liberales; la policía «Chulavita», reclutada entre campesinos boyacenses tristemente reconocidos por su sectarismo, y las mal llamadas «guerrillas de paz», conformadas por civiles para acompañar la pacificación del Llano, del lado de las fuerzas militares y de policía[3]. Estas constantes en la violencia política del país han sido apalancadas por las elites dominantes; “ello se evidencia en nuestra historia política con los “istmos” pululantes que han caracterizado a nuestros partidos políticos hasta el día de hoy: gaitanismo, santismo, galanismo, laureanismo, alvarismo, pastranismo, etc., hasta llegar al uribismo”[4].
Sumado a lo expuesto, al indagar la influencia de la iglesia católica tenemos que las comunidades religiosas católicas en la Colonia: fueron las que acumularon grandes riquezas durante el periodo de la colonia y durante el siglo XIX se inmiscuyeron en forma reiterada en la vida política del país “ Los Jesuitas fueron verdaderos innovadores en cuanto a métodos para lograr el trabajo de los indígenas y, a diferencia de los encomenderos y en general de los demás colonizadores, no acudieron directamente a la fuerza para lograr el servicio” [5] dividieron la tierra para su trabajo, las tierras de Dios eran de trabajo comunal; en 1832 un prelado de la iglesia católica encargado de presentar la constitución del mismo año se refiera a la constitución, en los siguientes términos: “libro santo que debe regular los destinos de la patria “y destacó "el deber que tiene la Nueva Granada de proteger la santa religión católica, apostólica y romana"[6].
Ahora bien, desde la invención de la imprenta; El catecismo fue una herramienta ineludible en la propagación de creencias religiosas, no sujetas a dudas ni a razonamientos críticos o reflexivos, su finalidad no era precisamente la de conformar un pensamiento crítico, sino la de ejercitar la memoria como facultad del aprendizaje y grabar en ella preceptos incuestionables y centrales para la vida en sociedad, por ello mismo inalterables en su forma y en su contenido[7]. Siguiendo la doctrina de la iglesia católica, en el siglo XVII Gaspar Astete militante de la Compañía de Jesús publica en 1599 con el título de “Doctrina cristiana y documentos de crianza”. El cuadernillo mediante el cual se adoctrino desde entonces a toda la comunidad hispanohablante, además se enseñaba español, lectura y moral con el catecismo.Los prelados tenían varias posiciones siempre desde el adoctrinamiento. Así veamos:
[…] En un momento de plena actividad bélica de la Independencia, Juan Fernández decidió escribir su catecismo para combatir las avanzadas de los enemigos de este movimiento, ya que en la Costa Atlántica colombiana varios curas afectos a los españoles enarbolaron una lucha sin cuartel a través de los púlpitos para persuadir a sus feligreses de apoyar a los insurrectos. Pero más allá de contrarrestar a los detractores de la Independencia, Juan Fernández se proponía instruir a la mayor cantidad de gente posible, a través de un texto sencillo, que pudiera recitarse en diversos auditorios y que, sobre todo, llegara a los oídos de aquellos menos capacitados para leer y comprender sesudas teorías, las mismas que puestas bajo la forma del catecismo y en un lenguaje simple, se impregnaban de un tono de autoridad y “verdad” emanado de una instancia superior a la regia o clerical[8].
En este orden de ideas, la instrucción que pregonaba la iglesia católica eran para creer no para pensar, para persuadir con una retórica religiosa, mandato de un Dios omnipotente todopoderoso, fuente suprema de toda autoridad como más tarde quedo patentada en el preámbulo de la constitución de 1886. Los preceptos del catecismo eran enunciados en espacios públicos, el pulpito; a cargo siempre de clérigos.
Continuando con esta perspectiva; en 1840 se desencadenó una guerra civil que sería el primer conflicto interno de la Colombia independiente, y que es conocida históricamente como Guerra de los Supremos o Guerra de los Conventos[9]; en el contexto social de esta guerra se destaca de nuevo el tinte religioso como elemento de manejo del poder en la Nueva Granada en 1839. En apartes de carta dirigida a la cámara, los ciudadanos reclaman y constatan un sentir, en los siguientes términos: Acordaos Honorables representantes que nuestra República es católica, i romana; que los granadinos, calificados con este incomparable honor, pertenecemos y somos miembros de la iglesia católica en la obligación de obedecer y respetar sumisamente sus sagradas leyes i demás disposiciones…. i que se mantenga nuestra religión única y verdadera.
Más aun; a mediados del siglo XIX cuando se perfila la ideología de los partidos políticos Liberal y Conservador se inicia el enfrentamiento ideológico, que reino en el resto del siglo, (que culminó con el movimiento político de la Regeneración). Ospina Rodríguez con José Eusebio Caro, elaboraron el documento del ideario conservador caracterizado por su rechazo al federalismo, el apoyo a la creación de una República Unitaria, la defensa de la religión y el apoyo al orden a través de gobiernos fuertes, estables y regidos estrictamente por la Constitución, el antagonismo con el perfil ideológico del partido liberal dio lugar a diversos enfrentamientos que culminan en 1885 con la batalla de la Humareda sobre el rio Magdalena, con el triunfo de las tropas del gobierno conservador de Rafael Núñez, reelegido en 1884 por conservadores y un ala de liberales disidente del liberalismo Radical[10]. La Regeneración, es entendida como un periodo político de gran importancia para el país, (1878 – 1898) en el ámbito político, se destaca la constitución de 1886; para el análisis en cuestión es primordial el estrechamiento de los lazos entre el Estado y la iglesia católica, en los últimos años del fin del siglo XIX, y, su influencia especialmente en lo relacionado con la educación, la moralización de la sociedad y la censura de escritos, la Constitución de 1886 redactada por Miguel Antonio Caro acérrimo defensor de la Iglesia Católica respaldado por el ahora, convertido Núñez. Caro en el texto definitivo para la constitución dijo: “La religión católica apostólica y romana es la de la nación”, por tanto, a partir de entonces todas las instituciones educativas deberían organizar y dirigir en conformidad con los dogmas y la moral de la religión católica, esta orientación clerical, se vio reforzada por la celebración del concordato con la Santa Sede en 1887[11]. Hacia 1902 Colombia fue consagrada al sagrado corazón, las prácticas religiosas se ampliaron a las regiones apartadas, el pueblo se identifica y establece una relación de pertenecía a la nación, a través de la iglesia católica. El catolicismo adquiere una representación política de los sectores más pobres, pues era el único medio que se tenía como puente para relacionarse con altas esferas del Estado[12].
Llegados a este punto, durante el siglo XX, en Colombia, a pesar del nacimiento de las ideas socialistas de inspiración soviética, entre otras; el bipartidismo se prolongó. “Los balbuceos socialistas en 1850, no fueron más que liberalismo romántico inmerso dentro del partido liberal; el partido católico que algunos esbozaron en el siglo XIX no trascendió el deseo piadoso de ciertos conservadores, y la Unión Republicana, que surgió en 1910, no pasó de ser un ave de corto vuelo cuya cabeza estuvo en el partido conservador y cuyas alas, al cabo de un lustro, se re incrustaron en el liberalismo y el conservatismo”[13]. Al finalizar la década de los cincuenta se unen los partidos liberal y conservador con el frente nacional en el que se distribuyen el poder hasta 1974 y con ello la exclusión de toda idea política diferente. En esta amalgama ideológica, la iglesia acrecentó su poder, al encontrar entre muchos liberales fervorosos religiosos, y en general en toda la clase política la aquiescencia en su intervención en la vida de la nación, que subsiste hoy, a pesar de que su influencia ha sido socavada por la participación misionera de los protestantes, afines inicialmente, con el liberalismo tendiente a fracturar la hegemonía católica; ficialmente los protestantes consideran el año de 1856 como la fecha del comienzo de la labor protestante en Colombia denominados los evangélicos en sus inicios, el fenómeno del aumento de las iglesias protestantes en nuestro país da lugar la transformación del campo religioso en las últimas décadas; así tenemos; que el trabajo misionero transforma incluso el paisaje urbano por tanto hoy, en las ciudades se observa cómo teatros, bodegas, coliseos o cualquier escenario que pueda adaptarse para reunir a un gran número de personas se llenan de nuevos creyentes que van en búsqueda de milagros, curaciones o profecías que les son ofrecidas por pastores carismáticos como si se tratase de productos mágicos para curar los males del alma y del cuerpo[14]. Esta libertad de elección de credos se institucionaliza en la constitución de 1991; sin embargo, en un arcoíris de ofertas religiosas, en veces más confesionales que la otrora iglesia católica, portadora exclusiva de la salvación del mundo, considerados en pueblo escogido, interprete de la Biblia a su antojo, resulta más impositiva, excluyente y manipuladora del alma humana desolada y abandonada en su miseria, el problema más importante es la llegada a la escena política de dichas confesiones religiosas y la manipulación de sus seguidores tan descarada y abierta, y sobre todo la doble moral de los políticos que sin escrúpulo asisten a ser iniciados en dichas congregaciones como sucedió con Álvaro Uribe Vélez y German Vargas Lleras disputándose los votos de los pastores César Castellanos y Claudia Rodríguez de Castellanos, líderes de la poderosa iglesia Misión Carismática Internacional en noviembre del 2017[15] grupos religiosos que también tuvieron gran influencia en los resultados en contra de los acuerdos de paz firmados en la Habana en octubre del 2016, no en vano, el pastor Edgar Castaño, presidente de la Confederación evangélica de Colombia, pregonaba por entones que, de los diez millones de fieles de las congregaciones evangélicas, por lo menos cuatro participaron en el referéndum. Y sus votos fueron en bloque hacia el frente del NO[16].
En suma, en la multiplicidad étnica y cultural en Colombia se evidencia un elemento común de sometimiento y dominación a través de la exacerbación del sentimiento religioso por parte de quienes han tenido en poder o lo han disputado con otros de las mismas castas. En este contexto: Se puede considerarse que un factor cultural, que permite movilizar a un grupo significativo de la población en Colombia, hacia determinados fines políticos es la religión. Además, la información siempre ha sido manipulada, desde el pulpito de antaño, pasando por predicas de los cristianos, quienes toman textos bíblicos para interpretarlos y hacerlos recitar por sus feligreses, hasta los memes homofóbicos discriminadores que difunden estos mismos grupos, así como el manejo del lenguaje que hoy se hace en la televisión. Este fenómeno sociológico quizá lo podamos interpretar al tenor de pensamiento freudiano:
[…] La religión viene a perturbar este libre juego de elección y adaptación, al imponer a todos por igual su camino único para alcanzar la felicidad y evitar el sufrimiento. Su técnica consiste en reducir el valor de la vida y en deformar delirantemente la imagen del mundo real, medidas que tienen por condición previa la intimidación de la inteligencia. A este precio, imponiendo por la fuerza al hombre la fijación a un infantilismo psíquico y haciéndolo participar en un delirio colectivo[17].
La población colombiana desde la conquista ha sido, despojada, sometida, evangelizada su miedo, desamparo y resentimiento la lleva a confiar en los designios omnipotentes y todopoderosos a donde la conduce el cura, el pastor, el caudillo regional, el narcotraficante, o cualquier otro que ostente el poder de un padre bueno o malvado, pero al fin y al cabo protector. Así tenemos que las necesidades religiosas derivan del desamparo infantil y de la nostalgia por el padre que aquel suscita, sentimiento que se mantiene reanimado a lo largo de la vida por las grandes dificultades de esta, y mucho más cuando estas condiciones son tan profundamente hostiles[18].
Lo expuesto es apenas una parte muy simple de lo que ha sido a acción de la religión en la cultura colombiana, sin embargo, la intención es llamar la atención sobre su importancia y sembrar la idea para investigación desde la óptica el psicoanálisis para poder aterrizar al caso colombiano las brillantes ideas de Freud y sus ilustres seguidores.
Referentes bibliográficos
[1] Basset Yann. "Claves del rechazo del plebiscito para la paz en Colombia. Estudios Políticos". UDEA, Universidad de Antioquia, 52. (2018): 243 Disponible en: http://doi.org/10.17533/udea.espo.n52a12 (consultado 20/05/2019)
[2] María del Rosario Vázquez Piñeros. La Iglesia y la Violencia Bipartidista en Colombia (1946 -1953). Análisis historiográfico. No.16. Universidad de La Sabana. Chía, Cundinamarca (2007), 312 Disponible en https://www.unav.edu/publicaciones/revistas/index.php/anuario-de-historia-iglesia/article/download/10095/19735 (Consultado 22/04/2019).
[4] Oscar Mejía Quintana. "Cultura política Mafiosa en Colombia" Ciencia Política. bdigital. N° 10 (Julio - diciembre 2010), 28. Disponible en https://revistas.unal.edu.co/index.php/cienciapol/article/view/18867 (Consultado 22/04/2019)
[5] Álvaro Tirado Mejía. Introducción a la Historia Económica de Colombia. (Bogotá: El Angora Editores, 1988).81
[6] Álvaro Tirado Mejía. “La economía y lo social en la reforma constitucional de 1936”. Lecturas de Economía. No. 21. Medellín, (septiembre-diciembre de 1986). 85. Disponible en: http://aprendeenlinea.udea.edu.co/revistas/index.php/lecturasdeeconomia/article/view/7952/7454 (Consultado 20/05/2019).
[7] Mildred Lesmes Guerrero. “El poder del discurso religioso en la guerra de los supremos, Colombia 1837-1842”. Revista Critica. Cl (2011). Disponible en: https://critica.cl/historia/el-poder-del-discurso-religioso-en-la-guerra-de-los-supremos-colombia-1837-1842 (Consultada 10/05/2019).
[8] Patricia Cardona Zuluaga. “Creer en la Independencia. El catecismo o Instrucción popular de Juan Fernández de Sotomayor”. Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofía, Política y Humanidades, año 17, nº 34. Universidad EAFIT. (Colombia, 2015), 398. Disponible en https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/5310888.pdf (Consultado 02/05/2019).
[9] Lesmes Guerrero, Mildred. "El poder del discurso religioso en la guerra de los supremos Colombia 1837-1842". (18), 49-62.Revista UPTC (2012). Disponible en https://revistas.uptc.edu.co/index.php/la_palabra/article/view/941 (Consultado05/05/2019)
[12] Miguel Ángel Urrego. Sexualidad, matrimonio y familia en Bogotá 1880-1930. Primera edición. Editorial Planeta S.A. (1997). 283
[13] Álvaro Tirado Mejía. “Colombia: Siglo y Medio de Bipartidismo”. (s.f). 72, Disponible en: http://www.geocities.ws/gersonledezma/TextosAmericaLatina/ColombiaSigloyMedio.pdf (Consultado 19/05/2019)
[14] Helwar Hernando Figueroa Salamanca “Historiografía sobre el protestantismo en Colombia” Un estado del arte, 1940-2009. Universidad de San Buenaventura, Bogotá, Colombia (2010). 191-225. Disponible en:https://revistas.unal.edu.co/index.php/achsc/article/view/18377/39639 (Consultado 09/04/ 2019)
[15] El Tiempo. “Uribe y Vargas Lleras, pendientes de los votos cristianos”. Redacción Política. Bogotá (23 de noviembre 2017, 01:40 p.m). Disponible en: ttps://www.eltiempo.com/politica/partidos-politicos/pelea-entre-uribe-y-vargas-lleras-por-votos-de-los-cristianos-154512 (Consultado el 15/05/2019)
[16] Gianni Valente “Acuerdo de paz en Colombia rechazado por los cristianos” Vatican Incidir. (Lastampa: 17 de noviembre de 2016). Disponible en: https://www.lastampa.it/2016/10/17/vaticaninsider/acuerdo-de-paz-en-colombia-rechazado-por-los-cristianos-fNuQ9W6ODiLVYKmpdh6f9L/pagina.html (Consultado 15/05/2019)
[17] Sigmund Freud. “El malestar en la cultura 1929 [1930]". Biblioteca Libre Omegalfa. Traducción Luis López Ballesteros. (2010), 90. Disponible en: https://omegalfa.es/downloadfile.php?file=libros/el.malestar.de.la.cultura.pdf 12 (Consultado 19/05/2019)
[18] Sigmund Freud. “El porvenir de una ilusión”. Primera Edición. (Buenos Aires: Amorrortu ,2016), 67.
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